lunes, 13 de agosto de 2007

Pertenencia

Bueno, tal parece que el Blog no está teniendo mucha popularidad, pero como diría la pensadora contemporánea Virginia Gonzalez Gass "No soy de los que abandonan el barco cuando se está hundiendo".
Así que les traigo un poco de prosa, para variar, en este escrito sin fecha y fruto de una idea que se me ocurrió un día al despertarme.
Espero que lo disfruten, yo lo disfruté.

Pertenencia

"Siempre que no pertenezca voy a pertenecer"



–¿Estás seguro? ¿Por qué nunca te vi entonces?

–No me viste, me miraste – repliqué. Varias veces me miraste pero no me conocías, para vos no existía y por lo tanto no llegabas a verme. De ahora en más siempre que me mires además me vas a poder ver.

–Bueno, un poco de sentido tiene – respondió.

Al día siguiente me desperté mucho más temprano de lo normal, me bañé, me vestí, desayuné y me tomé el subte para ir al colegio.

Llegué temprano, algo raro en mí, pasé por la mesa de preceptores sin decir “presente” y me fui a sentar en un banco. Saqué un libro y me puse a leer hasta que, cuarenta minutos después, escuché el primer timbre. Guardé el libro en la mochila y empecé a caminar por el claustro con cara de dormido.

–¡Fede! – escuché atrás mío.

–Hola, ¿qué tal?

–Bien, bien. Tenías razón con eso de “ver” y “mirar”, y yo que creí que me estabas mintiendo.

–¿Viste? Te lo dije. ¿Qué tal la primera hora de clase? – pregunté mientras hacía una mueca de aburrido.

–Bien, estoy medio dormida, pero eso no es ninguna novedad.

–Bueno, supongo que debo partir, me espera una larga y aburrida hora de filosofía – le dije mientras el timbre anunciaba el fin del recreo.

–Sí, sí, nos vemos…

Otra vez fui a mi banco, saqué mi libro y me puse a leer. Estaba en mi etapa de policiales, maravillado con Phillip Marlowe y su rara forma de trabajar los casos y con los libros de J. H. Chase con su constante, creciente y asfixiante acción.

Así pasaron las siete horas del día, a la salida me encontré con ella y la acompañé en el subte hasta su casa, charlamos un rato y, mientras la lluvia salpicaba copiosamente en la vereda, nos besamos por primera vez.

De ahí en adelante, todos los días me despertaba temprano, me bañaba, me vestía, desayunaba y me iba al colegio. Nunca daba el presente, siempre iba a mi banco y leía, esperando que llegaran los recreos y el tan ansiado fin del día escolar.

Así fueron pasando los días, las semanas, los meses. Todos los días volvíamos juntos en subte y la acompañaba a la casa. Cuando se enfermaba la iba a visitar y le llevaba algún chocolate para que se sintiera mejor.

La relación se volvía monótona y aburrida, algunos días no iba al colegio y después por teléfono le decía que no la había visto, algunos días realmente no la veía (tal vez no era el único que usaba tácticas evasivas) y me volvía solo, leyendo.

Para cuando cortamos ya se me había hecho hábito ir al colegio, así que seguí yendo todos los días a mi colegio, a mi banco, con mi libro.

No pertenezco al colegio, no estoy en ninguna lista, no tengo boletín, no tengo carnet de la biblioteca, pero soy parte de él y él es parte de mí; de hecho, mejor dejo de hablar con ustedes y me voy a estudiar, que tengo que rendir dos materias en diciembre y no me quiero llevar ninguna más.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta muy bueno, me gusta... que la pagina no muera, que lo retro siempre vuelve, como los pantalones oxford y cher.

luther dijo...

Me gus tó

Poco que decir, está muy buena la idea.

Pau dijo...

Me gustó, podrías desarrollar el tema mucho más, pero me gusto...

Dicen que lo bueno cuando es breve, es dos veces bueno no?

Besos Fede

Anónimo dijo...

=)
^.^

Anónimo dijo...

Enano, no te la des de humorista intelectual vanguardista, porque te queda mal!

Anónimo dijo...

que bardero el de arriba
pero yo te banco (?)
:P

todavia me debes magiaaa, mascia