jueves, 19 de julio de 2007

Micaela y Miguel


Hoy en el último cajón de abajo, hay un cuentito con moraleja. Es algo que estuve pensando mucho últimamente, con algunos de ustedes lo charlé. A mí me gusta bastante, espero que a ustedes también.


Micaela y Miguel

Ella se llama Micaela. No es ni muy alta, ni muy baja, lo justo. Es delgada, de piel pálida, y sabe imprimir en su andar ese nosequé que las mujeres hacen cuando caminan, ese que duerme la mirada y despierta los instintos. Sobre sus hombros caen rulos dorados, la envidia de sus amigas, que sirven de marco a un rostro de rasgos finos, nobles, y a un par de ojos verde agua que le robarían una lágrima al más desalmado. Parece un ángel.

Él se llama Miguel. Es alto, ancho de hombros, con el cuerpo de un atleta, y tiene ese porte de seguridad y confianza que añade mil veces al carisma de los hombres. Igual que ella, es rubio; en contraste, lleva el pelo corto y una barba apenas crecida, que lo hace ver más maduro. A Micaela le encantaría Miguel, y a él le encantaría ella.

Ella estudia Derecho. Al padre, médico, le habría gustado que eligiera Medicina; pero Micaela no quiso saber nada de eso: le aterran las agujas, la sangre, y todo lo demás. Es apreciablemente inteligente, dedicada, y sabe además divertirse cuando no está en las aulas. A Miguel le despertaría simpatía la cobardía de ella, y le fascinaría su mezcla de responsabilidad y desenvoltura.

Él sí estudia Medicina. Irónicamente, sus padres son ambos abogados, y de haber elegido esa profesión, le habría resultado sencillo procurarse una posición de privilegio; pero su interés por las leyes, de existir, jamás se despertó. Miguel es astuto, rápido, como refleja su agudo sentido del humor, y tiene calificaciones destacables. Al mismo tiempo, es activo, espontáneo, y no desperdicia una sola noche. A Micaela le gustaría eso de él.

La mañana del día en que iban a conocerse, Micaela se despertó diez minutos antes de que sonara el despertador. Se apuró en bañarse y vestirse, así podía después detenerse un buen rato en el café Mirage, a hojear diarios y tomar café bueno, para variar. Hace meses que no lo hacía. Llegó al lugar aún con más tiempo del que había previsto, pero no leyó nada: ese día, por alguna razón, decidió sencillamente mirar por el ventanal, como esperando a que llegara alguien.

Esa misma mañana, Miguel tenía planeado terminar un informe en un café de camino a la facultad, el café Mirage. Se levantó diez minutos antes de oir sonar el reloj, se dio vuelta en la cama y miró las agujas girar durante un rato largo. El trabajo, pensaba, lo podía terminar la mañana siguiente, o cualquier manaña hasta dentro de quince días, para el caso. Algo le decía que debía levantarse, un sentimiento indescriptible, pero lo reprimió, volvió a poner la alarma, y hundió la cabeza en su almohada.

En ese mismo momento, en otro rincón del mundo, un abuelo charla con su nieto, de trece años. Le está diciendo algo acerca de las oportunidades, la vida y lo impredecible, algo sobre hacer o dejar de hacer, sobre no dejar pasar ocasiones únicas, algo así. El nieto no está seguro de entender. Hace rato que, aburrido de escuchar a su abuelo, no le presta atención. Casualmente, el nieto se llama Miguel.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Santi! no sabía que podías escribir tan lindo =)
me gustó mucho, posta.
Bueno, me retiro a dormir porque mañana me levanto a las 8, aunque probablemente apague el despertador y siga durmiendo =P jajaj besoo

Anónimo dijo...

No me gustó, tiene algunas fotos lindas, pero no. No me gusta mucho, es un comienzo, pero lo de escribir es peligroso, así que andá con cuidado.
Te banco petizito
=)

luther dijo...

¡Y así es como Ochenta Centavos mató a su primer gatito!

=P

Para los que no sabían.

Anónimo dijo...

nahhh, la zarpa esta pagina man!!

se nota que estan de vacaciones ejjeje, aunk tmb se nota la magia

seeeeeee

espero alguna ves poder tomarme este mitico bondi a ver si me pasa algo interesantee y les cuento, pork aka los hermanos bolivianos no tenemos ese tipo de transportee, nos movemo en burro...

jaja

Pau dijo...

Ya te comenté este texto...Honestamente mi opinión me importa que la sepas sólo vos...

Quiero que leas lo que subí a mi blog. Por favor, cuando puedas.

besos!

Anónimo dijo...

hola santi aca de vuelta...
este tb me gusto asiq nos veremos..

me voy a dormir...

Sergi dijo...

Me encantó
Sencillamente eso

Laski dijo...

Me gustó mucho, pero hay cosas que se pueden cuestionar, sobretodo por el lado de la moraleja. Por ahí el bar iba a explotar cuando Miguel estuviera haciendo el trabajo, y quedarse en su cama le salvó la vida. Y quién sabe, quizás Miguel, si no descansaba lo suficiente, se iba a matar en un accidente de auto esa misma tarde, porque tenía los reflejos disminuidos por dormir poco.
No hay forma de saber lo que va a pasar, ni tampoco "lo que habría pasado si"... Hay que aprovechar el día, claro, pero las únicas herramientas que tenemos para tomar decisiones son nuestra memoria (pasado), nuestra circunstancia actual (presente) y nuestra personalidad. El futuro no hay forma de conocerlo ni de cambiarlo, porque al momento de decidir no existe. Por eso creo no tiene sentido real decir "La mañana del día en que iban a conocerse". Obviamente, para el cuento queda bien, pero para extraer de ahí una moraleja válida no estoy tan seguro.
Por ahí fui muy rebuscado o muy confuso, por ahí me fui por las ramas, pero bueno, ese fue mi intento de crítica.

Saludos, Santi. Seguí escribiendo que venís bien.

Anónimo dijo...

luther la rompe... con "micaela y miguel" le hizo la teta a todos los demas escritos... jajajaja... nah, taba jodiendo... pero posta... me llego mucho este cuento en especial... no se xq, pero tiene algo que lo hace copado... nada mas... que la fuerza te acompañe!
Ale